La Semana por Néstor Piccone
Los primeros 30 años de su
vida padeció el devenir pendular con que los militares, en nombre del
Poder Real, sometían a los argentinos.
De la cultura juvenil de esos
años supo del desprecio por la partidocracia liberal, Las opciones
político-militares, en las que no abrevó, hablaban de una toma del poder que aparecía
como posible entrando a las casa de gobierno, con el fuerza que salía de la
boca del fusil.
Con esa experiencia de vaivenes democráticos
enfrentados a cada vez más brutales dictaduras; valorando el rol militante se
dio a la tarea de acumular poder desde los puestos ejecutivos y legislativos
acunada en el peronismo patagónico. Como nadie en la Argentina logró una
alianza estratégica para construir poder desde la pareja conyugal.
Ambos sabían que el poder no
estaba en el fuego de las metralletas ni tampoco en las oficinas de las
casas de gobierno ni en el Parlamento. Detectaron que el poder económico se
había concentrado y que junto a los Medios eran el poder real.
Desde el 83, o sea cuando
comenzaba su tercera década de vida, junto a él optó por el camino de
ocupar espacios respetando las reglas democráticas y la construcción de
poder político. Gobernaron Santa Cruz y se metieron en la interna del PJ
nacional para disputar una línea política que recogía lo mejor de la juventud
de los 70. Siempre denunciaron a la dictadura y leyeron correctamente que los
grupos económicos se habían transnacionalizado y por eso se dieron al
trabajo de garantizar la unidad latinoamericana.
Accedieron a los puestos de
gobierno con esas certezas.
Cuando en el 2007 desde el
lecho matrimonial decidieron que la candidatura a presidenta sería para ella,
con ese sólo hecho, se pusieron a todo el establishment en contra.
Tras la debacle del 2001,
prohijada por el menemismo y la Alianza, en ese tiempo en el que el
poder real dejó de tener liderazgo político, los dos -con una alta dosis de
audacia y valentía- pegaron el salto a la presidencia. Desde allí se dieron a
la tarea de gobernar, tarea que ningún presidente (desde el 83) se había
atrevido a sostener a fondo. Gobernaron transgrediendo los mandatos de los
grupos de poder, sabiendo que, a la larga, ellos intentarían recuperar el
poder político perdido a través del mejor Capriles o Piñera que pudieran
construir.
Desde esa carrera contra el
tiempo le devolvieron a la política la preeminencia sobre la economía, le
imprimieron a la juventud una épica que parecía perdida. Causas concurrentes
los distanciaron de algunos resistentes de los 90.Gobernaron por sobre la
partidocracia. Eligieron a Clarín como el enemigo principal y cambiaron las
reglas del juego económicas sin poder trastocar las estructuras monopólicas
instauradas bajo el desguace noventista. El domingo 29 de octubre de 2006, en
la provincia de Misiones, perdieron la posibilidad de reelección y esa derrota
cultural se consolidó en las PASO de 2013.
El 27 de octubre de 2010 él
dio la vida por el Proyecto y la dejó sola frente al desafío de una continuidad
política necesaria. Ningún otro político/a de su camada y con esa ideología
forjada cuando ella tenía 20 años está en condiciones de acceder al gobierno en
2015 y eso produce pavura en quienes soñamos con seguir recuperando ideas,
causas, Estado Nacional y sueños de Patria Grande.
Los candidatos que hoy se
promueven con más fuerza: Sergio Massa y Daniel Scioli, fueron concebidos y
criados por el eficientismo de la gobernabilidad liberal y no por la ideología
de transgredir las reglas de las corporaciones.
Ni Scioli, ni Massa estuvieron
en Ezeiza, cuando hace 40 años, la canalla impidió el encuentro de Perón con su
pueblo. No corrieron en zapatillas, como sí lo hizo ella, para preservarse de
la masacre.
Cuando Néstor Kirchner tuvo
que aclarar sus diferencias con Eduardo Duhalde, sin chicanas y alta
dosis de realismo dijo que el problema estaba en el conservadurismo. Duhalde
era un conservador y nunca se hubiera atrevido a gobernar como lo hicieron y lo
hacen Néstor y Cristina.
15/09/2013